Hola:
Por si a alguien le puediera interesar, he creado un blog en el que, cada mes, recomendaré un disco de jazz para irse adentrando en este mundo. Mi objetivo es guiar en unos imaginarios treinta y un supuestos días, a alguien que no conoce el género hasta que pueda llegar a disfrutar o, al menos, entender, incluso las propuestas más vanguardistas. En las entradas, más que una crítica al disco que se trate en cuestión, lo que haré será ir contando las principales características del género, su historia, estilos, anécdotas etc. El enlace es el siguiente:
http://31discosdejazz.blogspot.com.es/Recuerdo una ocasión en la que una buena amiga hablaba del jazz como “[...]esa música desordenada en la que tocan sin sentido, a lo loco”. A pesar de saber lo alejada que estaba su apreciación de la realidad, entendí qué quería decir, y entendí que eso es mucho de lo que hay en el imaginario colectivo sobre este mundo. No la consideré ignorante, sólo desinformada.
Parte de la culpa de la distancia que muchos toman con el jazz, incluso hablo de instrumentistas, es ese ese aura de música culta que, en ocasiones, roza la pedantería de la exclusividad. Sin embargo, el jazz nace y se hace en sus primeros tiempos a base de sudor de trabajo, sangre de segregación racial y humildad. Del jazz se puede hablar de la forma más llana y accesible porque, como toda manifestación artística, entronca con algo tan inherente al hombre como son los sentimientos y las sensaciones, y estos son universales.
Lo que sucede es que no todos los caminos llevan a Roma en el jazz: hay caminos que te llevan al abismo sin pasar por la casilla de salida. Si tuviera que nombrar mis diez discos favoritos del género, probablemente no sería ninguno de los que aconsejaría a un aspirante a neófito. Por citar ejemplos, los discos de Andrew Hill “Point of Departure”, el “Astigmatic” de Krzysztof Komeda, o “The Shape of Jazz to Come” de Ornette Coleman, me parecen joyas que sólo he podido disfrutar como la tónica, amargándome durante unos años hasta pillarles el gusto, para luego ya no poder abandonarlos. A la mayoría de niños pequeños, si como primera bebida refrescante les das tónica, rara vez volverán a probará. Sin embargo, si alguien es melómano, es complicado que en el vasto mundo del jazz no exista algún género, o algún disco dentro de un género, que pueda lindar con el tipo de música que más le gusta y así, de su mano, se irá introduciendo en un lenguaje nuevo sin esfuerzo.
Si bien nunca en el jazz ha dejado de hacerse música “comercial” -mucha de ella de una calidad incuestionable, incluso verdaderas obras maestras-, no es menos cierto que muchos de los pilares que vertebran la historia de este género no tenían un ojo puesto en el mercado discográfico -aunque expontáneamente algunas resultaron ser bombazos lucrativos para sellos y productores-; es por ello que, para los amantes del jazz, sea complicado recomendar discos sin pecar del entusiasmo al que empuja el gusto personal, y sin caer en la cuenta de que se aconseja desde el callo de haber curtido el oído con años de escucha de resoluciones atípicas en la música popular, de intervalos disonantes, polirritmias, patrones arrítmicos, atonalidad, uso de varios centros tonales simultáneos, manejo experimental del timbre del instrumento… Todo eso, o incluso sólo parte de ello, en una primera escucha, carece de sentido para muchos oyentes, y pueden terminar definiendo el jazz como “[...]esa música desordenada en la que tocan sin sentido, a lo loco”
En ese blog sólo quiero tender una mano, con humildad, a todos los melómanos inquietos que desean ir por la vereda más llana hacia eso tan escarpado que les puede parecer en su imaginario el jazz. Dejo claro que yo no soy ningún experto en jazz, dejo claro que a mí no me entra igual de bien todo el jazz, dejo claro que tengo preferencias por determinadas épocas y estilos del jazz, dejo claro que no hay nada de lo que yo pueda opinar sobre este tema que sea digno de sentar cátedra, dejo claro que mucho de lo que comente o recomiende será objetivamente erróneo desde mil puntos de vista y sólo objetivamente correcto desde mi absoluta subjetividad, en ese momento y para nunca más
Un saludo